Anochecía y la luz de la luna alumbraba con todo su esplendor. En el jardín un ave nocturna extendía sus alas y emprendía vuelo en la oscuridad. En la casa, una niña, a los píes de su cama, oraba. Imploraba la presencia de los ángeles y se entregaba a ellos. Al rato, afuera, la luna seguía alumbrando y el ave seguía volando, pero la niña, asomada a la ventana, solo podía apreciar la luz inmensa que resplandecía y las alas doradas que se extendían abrazando su casa y su corazón.
Elizabeth Marín
Este espacio es una invitación para todas aquellas personas que buscan el camino del despertar. Aceptar que no somos nuestra mente y que no somos nuestro cuerpo nos acerca a la potencialidad del Ser Espiritual, Infinito, Eterno, Próspero y Abundante que realmente somos. Reencontrarnos con nuestro Ser Eterno es volver a la Fuente. Elizabeth Marín
sábado, 26 de marzo de 2016
viernes, 25 de marzo de 2016
El Dinosaurio
Suscribirse a:
Entradas (Atom)