Anochecía y la luz de la luna alumbraba con todo su esplendor. En el jardín un ave nocturna extendía sus alas y emprendía vuelo en la oscuridad. En la casa, una niña, a los píes de su cama, oraba. Imploraba la presencia de los ángeles y se entregaba a ellos. Al rato, afuera, la luna seguía alumbrando y el ave seguía volando, pero la niña, asomada a la ventana, solo podía apreciar la luz inmensa que resplandecía y las alas doradas que se extendían abrazando su casa y su corazón.
Elizabeth Marín
” La energía “.
ResponderBorrarCierro
un círculo con
la serpiente del amor.
Las
estrellas se detienen y
quedan sólo la luna y el sol.
Y se llena de luz
el espacio, con la energía
que vibra, en tu bendito corazón.
Amor y gratitud
Gracias, muy hermoso
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