Sonreía y a la vez dejaba que su mano se desplazara con
soltura sobre la hoja de papel que mantenía frente a ella, sonreía y avivaba en
su corazón la certeza de que una nueva vida le sería entregada, sonreía y sus
ojos leían con agrado su última palabra escrita: esperanza. Sonreía y sus ojos
se cerraban lentamente mientras tomaba la mano de su compañera eterna, la
muerte.
Elizabeth Marín
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