Siempre había pensado en la muerte. Imaginaba que la vida solo era el paso
previo para transformarse nuevamente en esencia y volar a la unidad. Deseaba
una muerte plácida y agradable, sublime y esperanzadora. Cerró los ojos
para dormir, ya era muy tarde. Amaneció, inmediatamente se acordó de su sueño. La
muerte y ella eran una y flotaban en una nube al espacio exterior, acompañadas
de un coro angelical. Decidió salir de la cama y entregarse al nuevo día. Sus
pies se posaron sobre algo muy suave, una alfombra que ella no recordaba tener
allí. Miró extrañada hacia sus pies, estos se habían posado sobre una bella
nube.
Elizabeth Marín
Que bello
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